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Día Mundial de la Salud: Vivir de forma autónoma, solidaria y feliz

El 7 de abril marca el Día Mundial de la Salud, un momento para reflexionar sobre el significado de la salud en nuestras vidas y en la sociedad en general.

Sin duda los efectos que sobre la salud global están generando la pobreza, la guerra o las desigualdades, son razones suficientes, aunque no únicas para detenernos, aunque tan solo sea por un día, a valorar qué es lo que significa una palabra que todos reconocemos y que tan poco conocemos y valoramos.

Algo como la salud que concita tanto consenso, en cuanto a la importancia que a la misma se le da, cuanto menos en apariencia y en el discurso que se genera a su alrededor, y que, sin embargo, tanto se descuida e incluso tanto se maltrata en cuanto a hechos o acciones tendentes a promocionarla, conservarla o reponerla.

Queda claro, por tanto, que no se trata tan solo de identificar la salud como un valor, un derecho o una oportunidad. La salud es utilizada, manoseada, manipulada y distorsionada en función del interés que en cada caso se tenga.

Pero, lo que se utiliza realmente no es la salud, sino la palabra con la que identificamos a la misma, que en ningún caso supone que todos entendamos lo mismo sobre lo que significa, ni lo que aporta, ni lo que determina. Porque la salud es en sí misma una opción, una responsabilidad, una oportunidad, una ilusión, una condición, una solución, una demanda, una necesidad… según quién o quiénes la utilicen, la busquen, la interpreten, la analicen, la verbalicen, la incorporen, la trasladen, la coordinen, la gestionen o incluso la compren o vendan.

En una sociedad altamente competitiva en la que la inmediatez, el individualismo y la mercantilización lo impregnan todo, la salud se convierte en un bien de consumo más, pero muy poco se trata de generar con ella o a través de ella, igualdad, tranquilidad, bienestar, equilibrio y solidaridad.

Nos hemos convertido todos, en mayor o en menor medida, en traficantes de salud.

Así pues, la salud, como sucede con otros derechos fundamentales como la justicia o la equidad quedan reducidos a meros conceptos idealizados y deseados, pero a los que resulta complicado acceder en igualdad de condiciones como consecuencia del contexto y los determinantes que en el mismo se presenten, lo que determinará claras diferencias tanto en el acceso como en la percepción que de la propia salud tengan las personas.

La salud pues debería ser identificada, además de como un derecho indiscutible, como un bien al que poder acceder con independencia de todos aquellos factores que de manera directa o indirecta inciden claramente en las posibilidades de las personas a hacerlo en igualdad de condiciones y de resultados.

Para ello resulta imprescindible que la salud desplace de manera clara a la enfermedad. Tan solo situando a la salud como objetivo y no como resultado esperable o deseable con el que hacer negocio o especular, y desde un abordaje de participación directa, seremos capaces de generar entornos, poblaciones y contextos saludables, como las Universidades, donde la salud forme parte de la convivencia y no sea tan solo una vivencia puntual, anecdótica o casual ligada a supuestos y estereotipados estados de bienestar.

Seguir celebrando el día mundial de la salud como una fecha en la que acordarse de que existe, pero sin que realmente haya un compromiso firme por parte de todos de situarla como referencia indiscutible de todas las políticas, lo que supone un cambio radical en cuanto a su identificación, abordaje, tratamiento, planificación, accesibilidad, desarrollo y evaluación, quedará reducido a una fecha más en el calendario de celebraciones mundiales que nos recuerde anualmente que existe aunque cada vez tenga menos sentido y se utilice, una vez más, como escaparate de propaganda en el que escenificar reconocimientos cuyo único objetivo es el de maquillar las carencias derivadas de la falta de decisiones necesarias, deseadas y valientes que sitúen a la salud como objetivo a alcanzar y no como medio para lograr fines que nada tienen que ver con la salud de las personas, las familias y la comunidad.

Los aplausos, como los reconocimientos, pierden todo su valor si no van acompañados de acciones que den verdadero sentido a la salud, que es lo que realmente necesita la ciudadanía.

Discutir con la realidad es doloroso, tal como dice Byron Katie, admitirla sin hacerlo es renunciar a mejorarla.

Ahora más que nunca la SALUD adquiere una dimensión más allá de la sanidad y la asistencia. Una dimensión integral que, de sentido a la vida en cualquier ciclo vital, entorno o contexto, al margen de diferencias sociales, culturales, religiosas o sexuales, disfrutándola en equilibrio y convivencia como un bien común que determine responsabilidad individual y colectiva y no como una obligación impuesta en oposición a la enfermedad exclusivamente. Como un valor que hay que defender y compartir, promocionar y respetar, generar y mantener, desear y lograr desde la participación y la solidaridad, la ética y la estética, la técnica y el cuidado, la tecnología y el humanismo. Tan solo desde esta perspectiva, este planteamiento, este compromiso desde los que trabajamos desde REUPS, merece la pena reconocer y celebrar este día mundial de la SALUD como un bien y un derecho universal y accesible que nos permita vivir de forma autónoma, solidaria y feliz.

Mensaje Saludable de abril elaborado por la Universidad de Alicante